Hoy han compartido conmigo ciertas reflexiones de la jornada mundial de oración y al leerlas me ha venido esta preciosa oración del hermanito Carlos de Foucauld.
Aunque se dirija al Padre os la ofrezco a todos, no sólo a los cristianos. Porque la relación de cualquier creyente con su Dios (o con la trascendencia) es tan íntima que podría llamarle Padre:
Padre, me pongo en tus manos. Haz de mí lo que quieras. Sea lo que fuere, por ello te doy las gracias. Estoy dispuesto a todo.
Lo acepto todo, con tal de que se cumpla tu voluntad en mí y en todas tus criaturas. No deseo nada más, Padre.
Te encomiendo mi alma, te la entrego con todo el amor de que soy capaz, porque te amo y necesito darme, ponerme en tus manos sin medida, con infinita confianza, porque Tú eres mi Padre.
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